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martes, 13 de septiembre de 2011

Eric Schmidt's MacTaggart lecture. Part I.




“¿Quién, si yo gritara, me oiría desde las jerarquías de los ángeles?...Todo ángel es terrible. Y por esto yo me contengo y ahogo el grito de reclamo de un oscuro sollozo.” Evito interpretar con precisión qué sea eso de ser un ángel en esta cita de Rilke que abre sus Elegías de Duíno, algo sumamente complejo y que no creo que aportara mucho al business de este artículo. Sin embargo, renunciar a conocer su esencia no nos impide saber qué hace o de qué va. En los versos citados, el ángel puede escuchar, digamos que escucha, y también asusta ―es terrible―, por eso Rilke prefiere no gritar, porque hay muchas posibilidades de que responda y no es plan; es como estar en apuros, pedir socorro y  en lugar del poli bueno te aparezca el matón del que hasta ese momento estabas escabullido.

A mí este grito de Rilke me recuerda mucho a la pregunta-grito escéptica: ¿estaré sólo?, ¿lo que veo no son sino autómatas con capas y sombreros o son otros como yo? La duda cartesiana de si las capas y sombreros que veía por la ventan eran algo más que autómatas se resolvería si me dirigiera a ellos, como al ángel de Rilke: depende de si me contestaran o no podría saber si estoy solo, si hay otras mentes, pero sobre todo podría saber si yo también soy otra mente. En su respuesta sabría que soy un ser para otro, que no sólo me confirmo sumergido en el interior de mi subjetividad, sino también desde la objetividad, reconocido por otro que yo -el cogito ergo sum vale como criterio de verdad, pero te deja inquieto. Exigir esta doble confirmación es algo así como elevar a Descartes al cuadrado, cosa que ya hizo Hegel con su famoso reconocimiento. Por cierto, el asunto del reconocimiento es una de las notas más ateas de Hegel, algo que Cavel observa con acierto. Así como el que no quiere la cosa hizo recaer en el otro, en otra autoconciencia, lo que antes dependía de dios y de su coro de ángeles.

Y es que no teníamos que haber matado a dios, ahí Kant se pasó un poco -Nietzsche no fue más que un vocero en ese asunto-, nos hubiéramos ahorrado todas estas filigranas intelectuales para saber que hay otras mentes, para saber que yo también soy una mente. Esta es una de las grandes diferencias entre el inicio de la modernidad con Descartes y sus desarrollos posteriores. Al poner a un dios bueno en la base de todo, el genio de la estufa se ahorró cuatrocientos años de darle vueltas al caletre sobre el mundo externo, todo un fenómeno. Para un cristiano de a pie, si dios existe no está solo, aunque  hasta la camarera lo ignore cuando le pide una de calamares y una Mahou. Dios siempre está ahí, lo conoce, habla con él, y sabe que incluso cuando hace algo mal es un buen tipo...sabe que en realidad quería otra cosa pero todo se torció, y si le queda alguna duda ya se la explicará cuando la diñe y lo vea allí arriba. Al menos así era antes las cosas.

Pero como posilustrados no tenemos dios al que agarrarnos y volvemos a donde empezamos el artículo, a gritar y a ver si alguien nos responde y nos confirma que no estamos solos; sobre todo que me confirme que soy una sigularidad reconocida en la esfera del Ser, algo que ha sido percibido según la forma que me dan mis notas características, no como cualquier cosa que se acojona existencialmente y grita. Podemos plantear todo esto de la siguiente forma: ¿si alguien supiera mis gustos, mis temores, mis deseos, cómo soy realmente…podría decirse que me conoce? ¿Y si alguien me conoce de esa forma, tan precisa, como lo hacía dios antes de que nos lo cargáramos, si me contestara según soy yo, en mi particularidad e intimidad y no como a otro cualquiera, me sentiría reconocido o asustado?

Miro a mi alrededor y pregunto a lo que tengo al alcance si me conoce en mi peculiaridad, si me reconoce intimamente para que yo me asegure de mí mismo no sólo a través de mí, a través de la debilidad de mis reflexiones internas, sino obteniendo la confirmación con la fuerza de lo que nos entra por los sentidos, desde fuera. Pregunto figuradamente a la pared, a la ventana, al modem, al pájaro de mirada estúpida que picotea por el jardín: no me reconocen, algo que ya esperaba. Pregunto también figuradamente a mis amigos y a mi familia: tampoco, yo no me reconozco en la idea que tienen de mí, yo no soy eso que piensan de mí, no me conocen en absoluto (esta sensación la tenemos todos, es inevitable). Entonces estoy solo, nadie me conoce,  no me siento reconocido y por lo tanto la duda planea sobre mí de forma inquietante. Si lo que conocen o reconocen es algo a lo que yo no asiento, a lo que no doy mi conformidad, entonces el objeto de reconocimiento no soy yo, es la idea equivocada de mí que tienen lo que reconocen. La conclusión entonces  es un tanto siniestra: puede ser que  muera, que abandone este mundo y nadie me haya conocido-percdibido-reconocido realmente, es como si no hubiera existido nunca.

Continuará.

sábado, 3 de septiembre de 2011

To Make a World: George Ault and 1940s America


                                          George Ault, Daylight at Russell's Corner

(English text at the end)

En breve se clausurará la exposición sobre George Ault, llevada a cabo por el Smithsonian American Art Museum y comisionada por Alexander Nemerov, actualmente profesor Vincent Scully en el departamento de Historia del Arte en la universidad de Yale. La exhibición se centra en cinco cuadros que Ault hizo sobre un cruce de caminos cerca de su casa de Woodstock, the Russell’s Corner. Los cuadros con este cruce de caminos de fondo enlazan con una colección de casas de campo que tienen como característica ofrecer dos sensaciones equívocas al mismo tiempo, por una lado la de estar frente a algo pleno, minucioso, completo…y  sin embargo no podemos alejar la sospecha de que es irreal o abstracto .



                                         Black Night at Russell's Corner.


Cuatro de ellos son visiones nocturnas, iluminadas sólo por una simple y solitaria bombilla que proporciona un brillo eléctrico pero insuficiente para disipar la oscuridad que impregna los mejores trabajos de Ault. Los cuadros fueron realizados durante y justo después de la segunda guerra mundial, y aunque parezca que no tienen nada que ver con la carnicería que se estaba llevando a cabo a miles de millas de distancia, Nemerov está convencido de que son imágenes de guerra. Ignoro si la proposición: “esto es una pintura de guerra”, pronunciada mientras se señala, por ejemplo, su famoso Bright Light at Russell’s Corner, se puede dar por verdadera. Parece dudoso que lo sea, pero sí que es verdad que la tranquilidad que ofrecen sus cuadros es sólo aparente. En realidad, cualquier situación de reposo no es sino un equilibrio de fuerzas, pero fuerzas al fin y al cabo, no hay nada en la naturaleza que esté exento de ellas; pensemos en la cantidad de fuerzas que soportan los cimientos de un edificio, y sin embargo nos parece que nada está pasando cuando los contemplamos.  


                                         Bright Light at Rusell's Corner.

Los trabajos de Ault nos parecen irreales porque parece que todo pueda estallar en cualquier momento, como cuando en las películas de pruebas nucleares vemos como una primera onda desfigura levemente las casas para saltar por los aires completamente con la llegada de la segunda. Esa sensación de tensión acumulada es lo que logra Ault con las pequeñas irregularidades que introduce en el orden minucioso restante: si observamos bien veremos ventanas contraídas, desplazadas, líneas de puertas o ventanas con pendientes distintas, casas combadas sobre sí… La casa de la izquierda en Bright Light es un claro ejemplo de lo que estamos diciendo. Esos desajustes parecen el preciso instante inicial en el que todo puede empezar a explotar.

viernes, 2 de septiembre de 2011

House in Abiko

                                         Exterior

(English text at the end)
Casa en Abiko

Esta casa compuesta por tres tubos de hormigón interconectados es el último proyecto de casa privada de Shigeru Fuse's. Una de las indicaciones que dieron sus propietarios al  al arquitecto fue la de que pareciera una galería en la que pudieran exponer su colección de muebles de diseño.


                                         Espacio central con la cocina a la izquierda


Sin embargo, la forma característica de la casa es el resultado de consideraciones prácticas por parte del arquitecto. “La casa se halla situada entre dos valles sobre suelo poco firme, por lo tanto fueron necesarios unos cimientos muy profundos”, explica Fuse. “Para reducir su presencia, se realizó la estructura superior con forma de voladizo”.


                                         Salón.


En su poliédrico interior, el uso de la luz hace la función de los tradicionales muros al dividir el espacio central. “La reflexión y la refracción de la luz natural sobre las superficies inclinadas producen una secuencia de lugares que dan lugar a la percepción de las divisiones del interior, pese a estar todo unido”, continua Fuse.


Artículo completo en: http://jump.dexigner.com/directory/7228

Stockholm bans advertisements for street art show


                                         Anuncios prohibidos. Banned posters.



(English text at the end)
Prohibido anunciar graffitis con graffitis.

El ayuntamiento de Estocolmo ha sido criticado por prohibir anuncios sobre una exposición de street art que reproducían graffitis.

Por supuesto los organizadores del evento calificaron este hecho como “censura”, y su respuesta fue alquilar una avioneta para pasear un cartel gigante en el que se puede leer “no podréis parar el graffiti”.


Aunque el año pasado sí que se permitieron anuncios del estilo art street y éste no, la cifra de visitantes ha aumentado hasta casi el doble, alcanzando los 5.900 visitantes.


Original text: http://www.theartnewspaper.com/articles/Stockholm-bans-advertisements-for-street-art-show/24421

Humbleness and junk in the space.

                                         Foto de la nave Juno



(English text at the end)
Humildad y basura en el espacio.

El pasado mes de Julio se lanzó al espacio la nave espacial Juno por el Southwest Research Institute, con base en San Antonio (Texas). El equipo de investigación que dirige el proyecto Juno está dirigido por el doctor Scott Bolton, quien reveló los objetivos prioritarios de la misión: saber si hay un núcleo sólido en el interior de Jupiter, medir la profundidad de la gran mancha roja de la atmósfera de Jupiter, así como la de otras irregularidades características, cuánta agua contiene el planeta y de dónde vino. Cuando en 2016 la nave llegue a Jupiter dará treinta vueltas alrededor del planeta para averiguar todas estas cuestiones.

La idea de la misión Juno empezó a tomar forma cuando la sonda Cassini en misión hacia Saturno pasó por Jupiter y se utilizó la antena de microondas para hacer un mapa de los cinturones del gigante gaseoso. Las radiaciones que emiten los anillos en la magnetoesfera sirven para medir la cantidad de agua que hay, y saber este dato ayuda a comprender cómo se originó el planeta; y como Jupiter es uno de los primeros que se formó, con eso podremos saber más sobre el origen de nuestro sistema solar. En ciencia cuando se empieza es un no parar.

Esta facultad humana, la de la inferencia, es la clave del aumento exponencial de nuestro conocimiento: sabemos cosas que no vemos a través de cosas que sí vemos. La cantidad de agua por sí misma no tiene mucho interés, pero midiendo sus niveles, los del amoniaco y los campos de gravedad de Júpiter, se pueden obtener evidencias de si el planeta tiene un núcleo de elementos sólidos. “La historia de las partículas volátiles, incluido el oxígeno, a través de nuestro sistema solar es muy importante para la información sobre la tierra y sobre la vida misma”, dijo Bolton. “No sabemos de dónde vienen los elementos que formaron la tierra. Como Júpiter se formó primero y adquirió la mayoría de las sobras del Sol después de que éste se formara, descubriendo cómo sucedió todo eso revelaremos una de las claves de la historia de nuestro sistema.

Llamaron Juno a la nave, no porque fuera la mujer de Júpiter en la mitología romana, que lo es, sino porque Juno reveló lo que ocultaba su marido tras una nube; esa facultad, la de revelar lo que esconden las nubes, es lo que da nombre a la nave. De momento lo que nos ha revelado, lo que nos ha puesto delante de los ojos, es lo insignificantes que somos. Ya lo sabíamos, por supuesto, ya lo habíamos visto otras veces, pero quizás no de forma tan clara. Tenía razón Al Gore al inicio de su documental Una verdad incómoda, cuando dice que todo lo loable y horrible de la historia de la humanidad ha sucedido “aquí”, y aparecía nuestro planeta en la pantalla.


Foto de la Tierra y la Luna desde la nave Juno.

Miremos a la foto que nos proporciona la nave Juno, uno no puede más que sentirse humilde. Todas nuestras guerras, hazañas, odios, deseos, virtudes, pasiones, creencias, descubrimientos, etc., han sucedido en ese punto luminoso -bueno, algo sucedió también en el otro más pequeño: alguna frase célebre y algún paseo lunar .


Hace poco tuve unos amigos para cenar, y como la noche era clara y hacía una temperatura agradable terminamos sacando el telescopio para mirar precisamente a Júpiter. Mi amigo me preguntó ―“¿qué se ve?”. Yo le contesté todo espirituoso ―“más de lo que esperas ver”. Cuando enfoqué el planeta y de forma emocionada di paso a mi amigo para que mirara por el telescopio pensé que en él se iba a reproducir la misma emoción que yo contenía, sin embargo dijo ―“no veo nada”. Miré otra vez por la lente para ver si ya se había desplazado todo el conjunto, pero vi que aún seguía ahí el planeta y sus satélites. Sin salir de mi asombro le dije ―“¡pero si está todo ahí!”―, a lo que él comentó― “Ah, ¿son esos puntitos?”. La cosa se arregló un poco cuando saqué unas notas sobre Galileo y sus observaciones. El hecho de saber que ver esos puntitos significó en su día pasar de un universo ordenado con un solo centro de gravedad a uno que contiene una infinidad de ellos, y por lo tanto sumamente complicado y desfigurado, ayudó a crear una atmósfera más solemne alrededor de la performance astronómica que estaba intentando llevar a cabo.

Lo que dijo mi amigo podríamos decirlo nosotros mismo al ver la foto ―”ah, ¿somos ese puntito?”. Pues sí, eso y un montón más de chatarra que ya hemos desperdigado por ahí ―algo de lo que trataremos enseguida―, pero básicamente somos ese puntito. Por mucho que hiciéramos, por muy grandes que nos parezcan nuestras producciones, por muy imponente que nos parezcan nuestras pretensiones, no somos más que ese pequeño punto. A nivel cósmico no somos nada, y está bien que alguien nos recuerde nuestra humilde condición de vez en cuando, aunque sea una nave con el nombre de una diosa muy mala.


                                         Foto de la basura espacial

Ahora observemos esta otra foto, la que nos proporciona hoy la NASA, y nos daremos cuenta de lo abominable de nuestra condición, algo que hay que añadir a nuestra humildad pasajera. Apenas llevamos unos cuantos años de era espacial y ya hemos llenado de porquería toda nuestra periferia. Nuestra especie me recuerda a un gusano que todos los años me fastidia la floración de algunas plantas del jardín. Nunca veo a los gusanos, pero veo las flores marchitas y podridas por las heces que van expulsando mientras arrasan con todo lo que ven. Si veo sus excrementos sé que el gusano anda cerca, aunque no lo vea. Con los humanos pasa algo parecido.

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