Archivo del blog

viernes, 2 de septiembre de 2011

Humbleness and junk in the space.

                                         Foto de la nave Juno



(English text at the end)
Humildad y basura en el espacio.

El pasado mes de Julio se lanzó al espacio la nave espacial Juno por el Southwest Research Institute, con base en San Antonio (Texas). El equipo de investigación que dirige el proyecto Juno está dirigido por el doctor Scott Bolton, quien reveló los objetivos prioritarios de la misión: saber si hay un núcleo sólido en el interior de Jupiter, medir la profundidad de la gran mancha roja de la atmósfera de Jupiter, así como la de otras irregularidades características, cuánta agua contiene el planeta y de dónde vino. Cuando en 2016 la nave llegue a Jupiter dará treinta vueltas alrededor del planeta para averiguar todas estas cuestiones.

La idea de la misión Juno empezó a tomar forma cuando la sonda Cassini en misión hacia Saturno pasó por Jupiter y se utilizó la antena de microondas para hacer un mapa de los cinturones del gigante gaseoso. Las radiaciones que emiten los anillos en la magnetoesfera sirven para medir la cantidad de agua que hay, y saber este dato ayuda a comprender cómo se originó el planeta; y como Jupiter es uno de los primeros que se formó, con eso podremos saber más sobre el origen de nuestro sistema solar. En ciencia cuando se empieza es un no parar.

Esta facultad humana, la de la inferencia, es la clave del aumento exponencial de nuestro conocimiento: sabemos cosas que no vemos a través de cosas que sí vemos. La cantidad de agua por sí misma no tiene mucho interés, pero midiendo sus niveles, los del amoniaco y los campos de gravedad de Júpiter, se pueden obtener evidencias de si el planeta tiene un núcleo de elementos sólidos. “La historia de las partículas volátiles, incluido el oxígeno, a través de nuestro sistema solar es muy importante para la información sobre la tierra y sobre la vida misma”, dijo Bolton. “No sabemos de dónde vienen los elementos que formaron la tierra. Como Júpiter se formó primero y adquirió la mayoría de las sobras del Sol después de que éste se formara, descubriendo cómo sucedió todo eso revelaremos una de las claves de la historia de nuestro sistema.

Llamaron Juno a la nave, no porque fuera la mujer de Júpiter en la mitología romana, que lo es, sino porque Juno reveló lo que ocultaba su marido tras una nube; esa facultad, la de revelar lo que esconden las nubes, es lo que da nombre a la nave. De momento lo que nos ha revelado, lo que nos ha puesto delante de los ojos, es lo insignificantes que somos. Ya lo sabíamos, por supuesto, ya lo habíamos visto otras veces, pero quizás no de forma tan clara. Tenía razón Al Gore al inicio de su documental Una verdad incómoda, cuando dice que todo lo loable y horrible de la historia de la humanidad ha sucedido “aquí”, y aparecía nuestro planeta en la pantalla.


Foto de la Tierra y la Luna desde la nave Juno.

Miremos a la foto que nos proporciona la nave Juno, uno no puede más que sentirse humilde. Todas nuestras guerras, hazañas, odios, deseos, virtudes, pasiones, creencias, descubrimientos, etc., han sucedido en ese punto luminoso -bueno, algo sucedió también en el otro más pequeño: alguna frase célebre y algún paseo lunar .


Hace poco tuve unos amigos para cenar, y como la noche era clara y hacía una temperatura agradable terminamos sacando el telescopio para mirar precisamente a Júpiter. Mi amigo me preguntó ―“¿qué se ve?”. Yo le contesté todo espirituoso ―“más de lo que esperas ver”. Cuando enfoqué el planeta y de forma emocionada di paso a mi amigo para que mirara por el telescopio pensé que en él se iba a reproducir la misma emoción que yo contenía, sin embargo dijo ―“no veo nada”. Miré otra vez por la lente para ver si ya se había desplazado todo el conjunto, pero vi que aún seguía ahí el planeta y sus satélites. Sin salir de mi asombro le dije ―“¡pero si está todo ahí!”―, a lo que él comentó― “Ah, ¿son esos puntitos?”. La cosa se arregló un poco cuando saqué unas notas sobre Galileo y sus observaciones. El hecho de saber que ver esos puntitos significó en su día pasar de un universo ordenado con un solo centro de gravedad a uno que contiene una infinidad de ellos, y por lo tanto sumamente complicado y desfigurado, ayudó a crear una atmósfera más solemne alrededor de la performance astronómica que estaba intentando llevar a cabo.

Lo que dijo mi amigo podríamos decirlo nosotros mismo al ver la foto ―”ah, ¿somos ese puntito?”. Pues sí, eso y un montón más de chatarra que ya hemos desperdigado por ahí ―algo de lo que trataremos enseguida―, pero básicamente somos ese puntito. Por mucho que hiciéramos, por muy grandes que nos parezcan nuestras producciones, por muy imponente que nos parezcan nuestras pretensiones, no somos más que ese pequeño punto. A nivel cósmico no somos nada, y está bien que alguien nos recuerde nuestra humilde condición de vez en cuando, aunque sea una nave con el nombre de una diosa muy mala.


                                         Foto de la basura espacial

Ahora observemos esta otra foto, la que nos proporciona hoy la NASA, y nos daremos cuenta de lo abominable de nuestra condición, algo que hay que añadir a nuestra humildad pasajera. Apenas llevamos unos cuantos años de era espacial y ya hemos llenado de porquería toda nuestra periferia. Nuestra especie me recuerda a un gusano que todos los años me fastidia la floración de algunas plantas del jardín. Nunca veo a los gusanos, pero veo las flores marchitas y podridas por las heces que van expulsando mientras arrasan con todo lo que ven. Si veo sus excrementos sé que el gusano anda cerca, aunque no lo vea. Con los humanos pasa algo parecido.

Ver textos originales en:


No hay comentarios: